31.3.08

Si se Puede

La Revista América Economía difundió ayer su más reciente ranking de las "empresas más globalizadas" de América Latina (entiéndase, las empresas latinas con mayor presencia mundial). La empresa que encabeza la lista es la mexicana CEMEX (con un índice de globalización de 77,3) y es seguida por Techint (Argentina, con 75,8 puntos) y las brasileñas Odebrecht y Vale, con 71 y 60,6 puntos, respectivamente.

En total, México tiene 12 empresas en la lista comparado con 19 de Brasil y ocho de Chile.

Del artículo la parte que más interesante me pareció es la siguiente, que explica en gran medida por qué son tan pocas empresas latinas que han podido globalizarse:

Las empresas se globalizan para buscar mercados y activos estratégicos, para exponerse a regiones menos volátiles, generar economías de escala, e incluso para contrarrestar los ciclos negativos con presencia en otras latitudes de baja correlación. Pero son escasas las que viajan por el mundo buscando eficiencias de costos. Son muy pocas las corporaciones latinoamericanas que instalan centros de servicios compartidos (que es como se conoce a esas unidades organizacionales del back office que pueden ofrecer servicios de finanzas, logísticos, de recursos humanos o de tecnología, a varias filiales desde un mismo lugar) muy lejos de la casa matriz. Menos aún imaginan de hacerlo en Asia o Europa o en alguna otra región que tenga ventajas frente a las condiciones domésticas, debido a que aún hay un razonamiento nacionalista detrás de sus inversiones. Justificaciones para estas trabas culturales son muchas. El peso de las decenas de años de operar en negocios sin acceso a financiamiento, controlado por familias y operando con escasa competitividad en ambientes protegidos a la espera de jugosos contratos con el Estado, no son fáciles de eliminar a pesar de 20 años de apertura.

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