3.4.08

El Candidato de los Latinos vs. El ex-candidato Latino

El Washinton Post se ha convertido en un ring donde las peleas políticas más violentas, y los golpes más bajos, se pueden atestiguar.

El round más reciente fue entre Bill Richardson, el ex-pre-candidato demócrata, un latino que vivió sus primeros años de vida en Toluca, fue congresista y llegó hasta la gobernatura de Nuevo México (el primer latino en lograrlo), y James Carville, el brillante estratega que llevó a Bill Clinton a la presidencia y hoy es un influyente comentador político.

El pleito comenzó cuando, sorpresivamente, Richardson anunció públicamente que apoyaría la candidatura de Barak Obama. Los Clintons no estan precisamente satisfechos con su decisión, pues se creía un aliado clave. Bill, durante su presidencia, le dio puestos tan importantes como embajador ante la ONU y secretario de energía. Resulta por lo tanto entendible su enojo.

Pero Carville, en una columna del Washington Post, comparó al espaldarazo de Richardson a Obama a la traición de Judas por treinta denarios. La cuál tiene al menos de corolarios:
1) Si Richardson es Judas, ¿Hillary es Jesús? Ayy...


2) Los fariseos, es decir Obama, le pagaron algo a cambio de traicionar a Hillary. Supongo que no denarios, pero algo. Y si Richardson en verdad se "vendió", no creo que haya sido por poca cosa. Es aventurado sugerirlo pero ¿se le habrá ocurrido a Obama que la mejor manera de robarse los votos latinos de Hillary es nombrando a un latino como vice-presidente? Creo que es más que factible, en especial cuando vemos como Richardson reaccionó a la columna de Carville...

Por su parte, Richardson se defendió de lo que llamó "character assasination" y explicó que:

I endorsed Sen. Obama because I believe he has the judgment, temperament and background to bridge our divisions as a nation and make America strong at home and respected in the world again.


Por lo que uno puede deducir que si no es la vice-presidencia, probablemente es la cancillería que busca Richardson. Lo cuál de hecho me da gusto, pues Richardson ha demostrado ser uno de los muy muy pocos aliados de México en el congreso y al frente de una gobernatura, lo cuál no es garantía de nada pero si razón para darle el beneficio de la duda.