9.4.08

Colombia en Medio del Fuego Cruzado Electoral

El tratado de libre comercio entre EEUU y Colombia puede haber muerto esta semana, o al menos esta gravemente herido, víctima del fuego cruzado partidista entre demócratas y republicanos en el congreso de EEUU. Lo más trágico es que las razones por las que se oponen ciertos congresistas al tratado tienen poco o nada que ver con un debate de los meritos o falta de meritos del acuerdo y mucho más que ver con las dinámicas electorales en un año particularmente polarizante en EEUU.
No puedo evitar comparar la situación a la que se enfrenta Colombia hoy a la que México se enfrentó en la tan difícil batalla por la aprobación del TLCAN en 1992:
1) Un presidente saliente (Bush I entonces, Bush II ahora) se le viene encima el periodo electoral, pierde la autoridad de "fast track" y trata de invertir su capital político, usar chantaje moral y alegar que la seguridad nacional está en juego si no se aprueba el tratado. Fracasó Bush I en 1992 y fracasará Bush II en el 2008, es decir.
2) Un presidente latinoamericano muy popular en EEUU (Salinas en 1992, Uribe en el 2008) trata de usar su capital político, cabildear a grandes expensas y movilizar a la comunidad de negocio para convencer al Congreso de que el tratado es esencial para conservar la "relación especial" entre los dos países, y que constituye parte de la "guerra contra el narco". Lo logró Salinas en 1993 y lo esta y seguirá intentando Uribe hasta que lo logre o lo saquen de la presidencia colombiana pues, igual que Salinas, lo considera uno de sus más importantes objetivos de su presidencia.
3) Los demócratas en el congreso (lidereados por Nancy Pelosi en 1992 y el 2008) condicionan la aprobación del tratado a que se negocien legislaciones secundarias en materia laboral y ambiental. México cede en 1992 y Colombia cede en el 2008 pero en ambos casos no son suficiente para satisfacer a los demócratas.
4) Un nuevo presidente (Bill Clinton en 1993, Hillary o Obama en el 2009), opuestos durante la campaña electoral al tratado, acaban apoyando su aprobación, gastando capital político pero implementando una agenda menos proteccionista de lo que se temía a causa de las presiones de la comunidad exportadora, sobre todo del lobby agroindustrial. Ocurrió con Bill Clinton en 1993, y muy probablemente sucederá en el 2009.
5) Un presidente de mano dura y convicciones libertarias (Salinas en 1992 y Uribe en el 2008)trata de institucionalizar sus reformas de libre mercado, protección a los derechos de propiedad y apertura a la inversión extranjera pero se enfrenta a una agria oposición, sobre todo de campesinos, instituciones corporativistas y partidos de izquierda.
Hay diferencias, por supuesto, y sobre todo hay que mencionar que el TLC entre Colombia y EEUU es mucho más modesto, algunos dirían mediocre en ambiciones, que el TLCAN y de hecho no reduce demasiado las barreras de entrada a los productos colombianos a EEUU.
Pero los paralelismos son realmente sorprendentes y los cinco que se me ocurrieon arriba son solo el principio de las similitudes de coyuntura.
Una última semejanza: ahora como en 1992 estamos escuchando cosas como la siguiente del secretario de comercio Carlos Guttiérez (es el secretario de comercio de EEUU, no de Colombia, pese el nombre):

“If Colombians don’t buy our tractors, they’ll buy them from Japan. If they don’t buy our wheat, they’ll buy it from Canada. And if they don’t buy our high-tech equipment, they’ll buy it from China.”

Impecable lógica sin duda, pero políticamente ingenuo que piense que con ese tipo de argumentos va poder enfrentarse a la oleada proteccionista que arrasa a EEUU cada año electoral.