5.5.08

Receta Para Empeorar la Crisis Alimentaria


Un amigo me pregunta que opino sobre la postura que presenta una columna de Argenpress sobre el alza dramática en los precios de los alimentos a nivel mundial (The Economist acuñó la frase "El Tsunami Silencioso" que creo que captura perfectamente la situación en un artículo que es lectura obligada sobre el tema junto con la edición especial del WSJ sobre lo mismo).


La columna me encanta porque las propuestas que enumera son una guía infalible para que el Tsunami se vuelva más devastador y duradero. Un concepto que maneja y que viene popularizandose cada día más, la "Soberanía Alimentaria" es lo más cercano que hay actualmente a una receta para perpetuar la pobreza rural en el mundo.


Pero primero, dos puntos indiscutibles y acertados de los que parte:


La gente consume directamente menos de la mitad de la producción mundial de granos. La mayor parte de esa producción se utiliza para consumo animal y cada vez más para biocombustibles a través de cadenas industriales en gran escala.


El Programa mundial de alimentos de Naciones Unidas estima que hay unas 100 millones de personas más que no pueden comer debido al espectacular alza de precios reciente.


Nadie en su sano juicio puede negar que existe una crisis de proporciones históricas. Pero de repente empieza a desvariar:

Hemos permitido que los alimentos sean transformados de algo que alimenta a las personas y les asegura el sustento, en una simple mercancía para la especulación y los negocios. "Mercancía", "Negocios" y "Especulación", tres bestias del apocalipsis al parecer detrás de la crisis.


Y dos párrafos después mi parte favorita:


Los afortunados que tienen existencias para exportar están retirándose del mercado mundial para separar sus precios internos de los astronómicos precios internacionales. Con el caso del trigo, la prohibición de exportarlo o las restricciones aplicadas en Kazajstán, Rusia, Ucrania y Argentina, significa que un tercio del mercado mundial ha sido clausurado.


Allí esta el meollo del asunto: el autor de la columna como tantos de nuestros políticos y politólogos cree que un país se puede aislar de la crisis cerrando fronteras y dejando de importar (o de exportar) alimentos. En el corto plazo en efecto se puede controlar el alza en precios pero los efectos son contraproducentes al extremo: al cerrarle la posibilidad de venderle al resto del mundo un productor agrícola reducirá sus cultivos, disminuyendo la oferta y dado que la demanda no va cambiar, presionando los precios a la alza aún más. Así funciona la "soberanía alimentaria" y por eso una receta para el desastre.


Luego ya de plano se vuelve insufrible la columna con sus desvaríos de conspiraciones especulativas y su lógica de que si los supermercados tienen ganancias seguramente están detrás del alza en precios. Incluso tiene un extraño comentario que parece sugerir que el uso de fertilizante disminuye el rendimiento de la tierra. Concluye con una frase que encapsula toda una escuela de pensamiento:


...es imperioso dar un giro radical en la política agrícola de manera que los pequeños agricultores de todo el mundo tengan acceso a la tierra y puedan vivir de lo que ella les da.


Yo opino exactamente lo contrario. Por alguna razón es políticamente correcto y socialmente bien visto idealizar la vida de un campesino que produce los alimentos que come en vez de venderlos al mercado. Esa es una receta para perpetuar la pobreza rural. Si queremos hacer algo para sacar a esa gente de la miseria lo que se necesita es incrementar la producción, con tecnología (fertilizantes incluidos), con inversiones (lo cuál implica especulaciones, ni modo) y con agroindustria (lo cuál implica comprarle insumos a grandes multinacionales de semillas, ni modo). Un país de campesinos aislados, sin tecnología y con ejidos de 2x2 no pueden satisfacer la demanda de las masas hambrientas en las ciudades y mucho menos salir de la pobreza ellos mismos. Tristemente hay gente que ve eso como un idilio al cuál debemos regresar.