8.5.08

Los Conservadores


Hay una teoría entre algunos politólogos mexicanos de que el PRD (y la FAP en general) no son verdaderamente fuerzas políticas de izquierda sino una extraña combinación de líderes de movimientos sociales, ex-priistas e ideólogos reaccionarios. Estos han impedido sistemáticamente el surgimiento de una izquierda moderna, progresista, social-demócrata y sobre todo democrática como las que existen, y gobiernan, a España, Chile, Brasil e incluso, yo me aventuraría a decir, Guatemala (un poco difícil aceptar que nuestros vecinos del sur hayan evolucionado políticamente más que nosotros).

Dos columnas recientes avanzan esta tesis, una de Silva Herzog, La Progresía Alamanista, y otra de Enrique Krauze, Odios de Ayer y Hoy, quién abunda en el tema invitando a varios otros autores a opinar en el número más reciente de Letras Libres. De las dos, creo que la de Silva Herzog es superior en esta ocasión, y escribe con suprema lucidez las contradicciones que afligen a la mayor parte de la izquierda mexicana:

Su vocabulario es popular pero sus ideas son rancias; sus estrategias colindan con lo insurreccional pero su programa es profundamente conservador. Ese núcleo ex priista se ubica en la izquierda si atendemos la geometría de los partidos; pero es antidemocrática si consideramos su actuación política, tradicionalista si atendemos sus nostalgias, y antiliberal si desmenuzamos su actitud frente a la ley, frente a la diversidad, frente al debate.

La izquierda mexicana recuerda con nostalgia y cree que son los herederos políticos de Lázaro Cardenas y de Benito Juárez. Falso, dice Silva Herzog. El segundo insistía en la modernización del país, en el comercio como estrategia de desarrollo y en un respeto por las instituciones y las leyes. El primero nunca se opuso a la inversión privada e incluso extranjera en el sector energético y la expropiación que llevo a cabo obedecía razones muy diferentes. Sugiere, en cambio, que nuestra izquierda es la heredera del movimiento conservador alamanista:

No nos unen las reglas sino las creencias. No nos hermana el futuro sino una herencia. El país bajo amenaza necesita abrazar su pasado. Por eso debe defender la fe que le da existencia colectiva. (...) Hay otro elemento común: un engreimiento de superioridad moral: la gente de bien está con nosotros, decía Alamán. Lo mismo dicen sus continuadores de hoy.

Siempre se me había hecho un disparate esta idea de que la izquierda mexicana es conservadora pero Silva Herzog esta en lo correcto en que las izquierdas progresistas buscan adaptarse a nuevas realidades con ideas nuevas y cambios institucionales SIN perder los valores generalmente asociados con la izquierda (responsabilidad social, igualdad, derechos de las minorías, etc.). En vez tenemos una izquierda que no sabe que hacer con las instituciones democráticas que ayudo a construir, que cree válido poder clausurarlas cada vez que se propone una iniciativa con la que no concuerdan y que la intolerancia es una virtud (quienes no concuerdan son traidores, y sujetos incluso a juicio político, dicen). En breve, se ven como protectores de una identidad y de ciertas creencias, más que de los intereses, de los mexicanos, una labor clerical más que política. Rasgos muchas veces atribuídos a la derecha históricamente, con toda razón, pero que ahora mimetizan sin rubor.