27.5.08

Subsidios y Suicidios

Hace unas cuantos años cuando se reunieron ministros de comercio de todo el mundo en Cancún para arrancar la ronda de Doha de la OMC se dio un caso de suicidio muy sonado, el de un coreano que se quitó la vida en protesta por los subsidios agrícolas europeos. ¿Suicidarse por subsidios? Que estupidez, pensé yo...

Ahora resulta que la política de Calderón es literalmente institucionalizar y hacer política pública el suicidio financiero por subsidios. El presidente, que tanto atacó a su contrincante electoral de populista, se está atando una soga al cuello al expandir de forma desmedida, estúpida realmente, la cantidad de dinero dedicada a mantener precios en energéticos en niveles artificiales, en subsidios para acabar pronto. El periódico Excelsior traza hoy la evolución tan preocupante de este aumento: en el 2000 el capítulo de ayudas y subsidios del Presupuesto de la Federación sumó 96 mil millones de pesos. Para el 2007 ya se había triplicado a 288,000 millones y para el año en curso va llegar a más de 330,000 millones. Hoy en día el 37% del precio del combustible es subsidiado, es decir, se usa el erario público para gasto corriente, pero ni siquiera del gobierno, sino de algunos de sus ciudadanos.

Sergio Sarmiento se pregunta atinadamente ¿cuánto son 300 mil millones de pesos?

El gasto programable de la Secretaría de Educación Pública para todo el 2008 asciende a 168,921 millones de pesos. El de Desarrollo Social es de 49,993 millones. El dinero que se usa para subsidiar el consumo de combustibles nos permitiría, así, pagar dos veces el gasto de la SEP y seis veces el de la Sedesol. Esto no es un subsidio: es un suicidio.
Las objeciones a esta política energética se pueden resumir en tres, básicamente:

1) La incoherencia. Se subsidia el tipo de consumo que el gobierno dice querer limitar. ¿Para que el programa del hoy no circula? ¿Para que tanto énfasis en expandir el transporte público? ¿Para que la insistencia en eficientar el uso de energía y en promover el desarrollo sustentable y luchar contra el calentamiento global? Para nada, si a la vez el gobierno manda la señal de que subsidiará la generación de contaminación y uso masivo del automóvil en el país.
2) El altísimo costo de oportunidad. En vez de invertir el dinero de los altos precios del petróleo en educación, infraestructura, salud o en cualquier cosa que tendría un impacto productivo mínimo a futuro lo estamos dilapidando en el uso de un recurso no renovable para mantener un nivel de consumo de grupos de población, no los más vulnerables por cierto, de manera artificial. Un desperdicio de cualquier manera que se vea.
3) Por ser un impuesto regresivo. El argumento tramposo de que el subsidio es una acción de apoyo a la economía familiar esconde el hecho de que es una transferencia de recursos de quienes más usan el automóvil a quienes menos lo usan (asumiendo que todos pagan impuestos). En la práctica esto significa que quien tiene un carro ineficiente en uso de gasolina o que maneja mucho recibe una lana de quién usa un carro más pequeño y eficiente (los ambientalmente concientes), o que usa el transporte público (las clases populares), o quién de plano camina al trabajo (la población rural).

El gobierno de Calderón ha encontrado entonces la manera simultáneamente de lastimar a la economía y al medio ambiente. Dejo la última palabra a Sarmiento que con toda razón termina su columna con una enfática condena a la política energética suicida del gobierno:

Ni siquiera en el gobierno de López Obrador en el Distrito Federal hubo un populismo tan puro y tan injusto. Los apoyos a las personas de la tercera edad y a las madres solteras por lo menos se enfocaban principalmente a personas de escasos recursos. Lo opuesto ocurre con el subsidio a la gasolina.

Ouch.